Los efectos antiadictivos de la ibogaína están relacionados tanto con su farmacología como con los efectos subjetivos inducidos
Un nuevo estudio publicado en la revista científica Drug and Alcohol Review analiza cómo las percepciones psicológicas facilitadas por la ibogaína pueden desempeñar un papel sustancial en el proceso terapéutico relativo a los trastornos por consumo de sustancias (TCS).
Investigadores del International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service (ICEERS) y del Centro de Investigación en Antropología Médica (Universidad Rovira i Virgili, Tarragona), en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de São Paulo en Ribeirão Preto (Brasil), realizaron entrevistas a 13 participantes con TCS motivados por su autotratamiento con ibogaína.
«La ibogaína se utiliza cada vez más para el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias», afirma José Carlos Bouso, investigador principal del estudio. «Lo que señala este estudio es que los efectos antiadictivos de la ibogaína parecen estar relacionados no sólo con su compleja farmacología, sino también con la experiencia subjetiva que induce. Los principales aspectos de esta experiencia parecen estar relacionados con los recuerdos autobiográficos, las experiencias transpersonales y las valiosas percepciones personales que ayudan a los individuos a enfrentarse a su TCS de forma más completa».
La ibogaína es un alcaloide que se encuentra de forma natural en plantas como la Tabernanthe iboga, que se ha utilizado en la medicina tradicional y en linajes espirituales de África Central, por ejemplo, el Bwiti. Desde que Howard S. Lotsof descubrió las propiedades antiadictivas de la ibogaína en 1962, se ha utilizado de forma experimental para tratar los TCS, sobre todo los relacionados con opiáceos.
Los mecanismos de acción a través de los cuales la ibogaína ejerce sus efectos antiadictivos aún no están claros. Sin embargo, es evidente en este momento que la ibogaína modula los TCS a través de múltiples objetivos. Este estudio revela que los efectos psicológicos y las experiencias subjetivas de la ibogaína parecen desempeñar un papel central en sus efectos antiadictivos.
«La ibogaína puede proporcionar ciertas percepciones significativas, como mostrar a alguien las razones que le llevaron a su trastorno por consumo de sustancias. Esto puede ayudarles a aceptar su propia mortalidad y ofrecerles un inmenso alivio y autoaceptación», añade el doctor Bouso.
La administración de altas dosis de ibogaína (comúnmente conocidas como «dosis de inundación»), que son muy visionarias, puede resultar necesaria para conseguir los beneficios del tratamiento inicial. Pero esto también puede aumentar el riesgo de efectos adversos. Por tanto, es necesario investigar la eficacia y la seguridad. ICEERS está llevando a cabo el primer ensayo clínico que examina la seguridad de dosis bajas y repetidas de ibogaína en el tratamiento de la dependencia a la metadona. Al mismo tiempo, en la Universidad de São Paulo está llevando a cabo el primer ensayo clínico que examina la seguridad de dosis bajas y repetidas de ibogaína en el tratamiento de la dependencia al alcohol.
El estudio se ha publicado con acceso abierto gracias al convenio entre la Universitat Rovira i Virgili y la editorial Wiley.
Más información:
Dr. José Carlos Bouso
Director científico, ICEERS
jcbouso@iceers.org